El “atelier”, un laboratorio para reinventar el aprendizaje.
- eltallerdetodoscdp
- 30 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 22 mar 2021

Para la comunidad de Reggio Emilia, un pequeño pueblo italiano que sobrevivió la segunda guerra mundial, reinventarse fue crucial. En tiempo de posguerra, y entre los escombros, la comunidad se unió para imaginar y reconstruir espacios donde sus niños y niñas pudieran aprender y empezar de nuevo. Así, reciclando bloques caídos y armas que fueron usadas para la guerra, es como nace el proyecto educativo que adopta el nombre de esta municipalidad. Liderado principalmente por mujeres, y construido con las manos del pueblo, este proyecto resuena hasta el día de hoy con ideas pertinentes sobre la concepción del aprendizaje y la infancia.
Con el paso del tiempo, y de la mano del gobierno local, esta propuesta filosófica y educativa se posiciona como un proyecto cultural innovador, accesible, y fresco para los niños y niñas de esta localidad. Sin llegar a ser una metodología, esta propuesta brilla por su peculiaridad curricular, por su apertura al dinamismo, al asombro y a la sensibilidad estética, y por su discurso político y social en pro de la primera infancia. Si analizamos los actores claves o el “organigrama” de algunas de estas escuelas (aquí llamadas nidos, escuelas de la infancia, y escuelas municipales) podemos encontrar que, además de pedagogos y docentes, se ha apostado por incluir otros perfiles de educadores como artistas visuales, cineastas, pintores, fotógrafos, u otros profesionales de las artes.
La figura icónica de esta filosofía, Loris Malaguzzi, apostó todo por conservar esta estructura inusual ante toda crisis económica, y ante opiniones más tradicionales sobre la escuela y sobre quién debería participar en ella. Malaguzzi luchó por incluir otras voces en el discurso pedagógico y en el proyecto educativo de estas comunidades emergentes, y defendió a toda costa el espacio del atelier y los atelieristas (el taller y los talleristas).
“Cada escuela tiene un taller con un educador, especializado a no estar especializado: explicar el papel que el taller desempeña en la experiencia es largo: basta decir que con su naturaleza y sus actividades, y con sus conexiones, quiere construir una especie de aval para que la experiencia educativa se mantenga fresca e imaginativa, y reciba ayuda para no dejarse engañar por las rutinas, las costumbres y los excesos de esquematización”. - Loris Malaguzzi
¿Qué es el atelier?
Cuando leemos esta palabra francesa que significa “taller” lo primero que surge en nuestra mente es el tradicional espacio de arte con caballetes, pinturas, y barro. Sin embargo, para este acercamiento ha sido crucial no abrazar un solo lenguaje (como el visual) si no toda la paleta de posibilidades expresivas que puedan existir, y aquellas que aún nos quedan por descubrir. Por eso, el atelier como experiencia reggiana, incluye a otros educadores con perfiles diferentes, pero potentes, para crear provocaciones frescas en cuanto a experiencias pedagógicas, estéticas y expresivas se refiere. Además, desde esta diversidad, los docentes y pedagogos pueden entablar diálogos integrales y profundos sobre lo que sucede en la escuela, incluyendo todas las perspectivas para co-crear el futuro.
Por eso, podemos imaginar el atelier como un laboratorio. Un espacio detonador de creatividad, experimentación y creación, de descubrimiento, y asombro. Podemos comenzar a imaginar esta propuesta expresiva como un espacio, pero también como toda una experiencia. Para el acercamiento de Reggio Emilia es importante reconocer que las experiencias estéticas, sensoriales y expresivas propician el aprendizaje de formas profundas desde los intereses de las niñas y los niños, desde el arte de hacer preguntas, desde la habilidad de proyectar (hacer proyectos), y desde la documentación (el relato) de lo que sucede en estos momentos de exploración.
La cultura del atelier
En entradas anteriores hemos reflexionado sobre los lenguajes de las niñas y los niños, y la importancia de estimularlos y unirnos a estas expresiones. Por eso, el espacio (o experiencia) de atelier, contará con materiales y herramientas diversas, abiertas, y probablemente inusuales para detonar procesos y acercamientos en busca de significados. La cultura del atelier, como algunos teóricos reggianos la nombran, nos habla de confrontación mutua y diálogo, de sorpresa, de interpretaciones rebeldes y otras posibilidades para aprender, de un aprendizaje no-lineal, de ser sensibles a la estructura que conecta las cosas y los acontecimientos, y de prestar atención a los procesos y no solo a los resultados (u “obras de arte”).
¿Cómo imaginas que lucen estos espacios y escuelas? ¿Se verán como un taller de arte tradicional? ¿Cómo se verían nuestras escuelas si dejamos entrar a maestros especializados en cosas diversas?
Echemos una mirada a algunos de estos talleres, te invitamos a imaginar junto con nosotros nuevos escenarios y laboratorios donde podamos aprender en conjunto con nuestras niñas y niños, desde todos los lenguajes posibles, ofreciendo infinitas variables, diversos materiales y posibilidades.


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Referencias:
Vecchi, V. (2013). Arte y creatividad en Reggio Emilia. El papel de los talleres y sus posibilidades en educación infantil. Madrid, Morata.
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